Las mujeres y la guerra contra el Paraguay

“La paraguaya”, de Blanes
Antes de la Guerra de la Triple Alianza, durante del gobierno de los López, hubo un periodo de esplendor en lo económico, social y cultural, lo que cambió drásticamente después de esta contienda. Según estudios de censos de esa época, se calcula que sobrevivió apenas el 25 % de la población, lo que indica el aniquilamiento del 75 % de los habitantes del país. Ese mínimo porcentaje estaba compuesto por mujeres, niños, ancianos e inválidos.






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31 DE OCTUBRE DE 2010

Consecuencias de la Guerra de la Triple Alianza

Las consecuencias de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) fueron nefastas, en cuanto a lo demográfico, político, social y económico.

Allí perdieron la vida el 75% de la población paraguaya, gran parte de las riquezas privadas y del Estado desaparecieron, y la Argentina y el Brasil anexaron a sus territorios tierras paraguayas.
Al finalizar la Guerra de la Triple Alianza, luego de cinco años de grandes penurias, el Paraguay tuvo consecuencias devastadoras en cuanto a lo demográfico, político, social y económico. La resistencia heroica tuvo un costo muy elevado para el país, marcando un antes y un después, denominando "Patria vieja" anterior a 1870 y "Patria nueva" la posterior a esa fecha.

Antes de la Guerra de la Triple Alianza, durante del gobierno de los López, hubo un periodo de esplendor en lo económico, social y cultural, lo que cambió drásticamente después de esta contienda. Según estudios de censos de esa época, se calcula que sobrevivió apenas el 25 % de la población, lo que indica el aniquilamiento del 75 % de los habitantes del país. Ese mínimo porcentaje estaba compuesto por mujeres, niños, ancianos e inválidos.

Los primeros hombres que se reintegraron después de la guerra fueron los ex combatientes que escaparon con vida de la contienda bélica, los que durante el conflicto permanecieron en el extranjero vinieron con los aliados y los que estaban estudiando becados en Europa al iniciarse la guerra y no habían podido entrar al país por esta causa.

De los pocos extranjeros que llegaron al Paraguay, casi todos se casaron con paraguayas; éstos eran hombres de 20 a 40 años de edad. Debido a la guerra y a los escasos casamientos, el número de hijos naturales creció en relación a la población total. A pesar de los cambios demográficos y los grandes sacrificios de la mujer paraguaya hubo pocos cambios en su posición o estatus en la vida paraguaya luego de la guerra. Las campesinas conservaron su rol predominante en la agricultura.

En cuanto a lo económico, el país estaba en ruinas, pues habían desaparecido las riquezas privadas y del estado. Los templos y casas particulares fueron saqueados, cargándose con lo rapiñado los barcos brasileños y argentinos ubicados en el puerto de Asunción.

En lo político, se promulgó una nueva constitución que sirvió de base para volver a crear una nación; se formaron y fundaron  los dos partidos políticos principales: el Colorado y el Liberal; se fundaron instituciones culturales educativas y económicas.

Otra consecuencia lamentable para el Paraguay fue la pérdida territorial sufrida, en donde Argentina y Brasil se anexaron arbitrariamente, para sí y ante sí, alevosamente, gran parte de las tierras paraguayas. Las fronteras del país fueron determinadas a través de varios tratados internacionales de límites, quedando distribuidas de las siguientes maneras: El río Paraguay separa a nuestro país del Brasil a la altura del departamento de Alto Paraguay y de la Argentina al Sur, con la provincia argentina de Formosa. El río Pilcomayo separa a Paraguay de la provincia argentina de Formosa. El río Paraná sirve de límite a nuestro país con el Brasil y con la Argentina. El río Apa sirve de límite con el Brasil. Con Bolivia, el Paraguay tiene fronteras secas (hitos o fortines).

El pueblo, dependiendo solo de sus fuerzas, tuvo que reconstruir de nuevo el país, soportando la imposición de la ocupación de los invasores, quienes se dieron a la rapiña de todo tipo y a las  violaciones de las pobres paraguayas sin protección. También esclavizaron a los niños paraguayos y a miles de ellos los enviaron a Corumbá para ser esclavos de los brasileños. Las mujeres fueron las principales reconstructoras de la nación, labraron la tierra, ejercieron el comercio, la pequeña industria y se encargaron de la procreación para compensar la pérdida demográfica sufrida.

A pesar de la Guerra de la Triple Alianza, no se alteraron las costumbres de antes. Estas eran comunes y extendidas a todos los estamentos sociales y había actuado como un nivelador nacional; a lo que se unía la gran solidaridad que las vicisitudes históricas habían creado.

Esta es una muestra de que los hombres y mujeres paraguayos/as pusieron todo de sí, para que nuestra patria pudiera mantener su soberanía.

LIC. PAOLA DALLES                                                                                                                         PAOLADALLES@YAHOO.COM



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02 DE SETIEMBRE DE 2014 | HISTORIA Y GEOGRAFÍA

Las mujeres y la Guerra contra la Triple Alianza

Por Lic. Paola Dalles

Las mujeres tomaron un gran protagonismo durante y luego de la Guerra de la Triple Alianza, primero como «Residentas», después como «Reconstructoras». En este artículo detallamos el actuar de las mujeres en la historia paraguaya.

Significado de Residenta

Según la Dra. Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, la palabra «Residenta» no figura en el diccionario y es exclusiva de nuestro léxico.

Rodríguez menciona que «Residenta» es un vicio gramatical, derivado de «residente», participio activo del verbo «residir», que según la acepción paraguaya significa exactamente todo lo contrario, pues el vocablo se utilizó para denominar un éxodo.

¿Por qué se denominó «Residenta»?

El 22 de febrero de 1868 Asunción fue fuertemente conmovida por un edicto que decía: Por cuanto al Estado de guerra que sostiene la República en defensa de su libertad e independencia exige la evacuación de la capital como uno de los puntos del litoral mandado desocupar.

Cuando se dio la orden de evacuar, se fueron asignando las residencias a ocupar por zonas. Al hacerse más violenta la presión enemiga, se trocaron los diversos puntos de residencia por otros más al norte, hasta llegar a Cerro Corá y sus aledaños.De ahí que se denominara «Residentas» a los diversos grupos peregrinantes, porque ya tenían fijados con antelación sus diferentes destinos, su residencia.

Labor de las «Residentas»

A poco tiempo de culminar la Guerra de la Triple Alianza el país atravesaba momentos muy difíciles ya que todos los hombres hábiles, habían muerto en combate o se hallaban defendiendo los últimos refugios. Solo quedaban ancianos, niños pequeños y mujeres en su mayoría.

Fueron las mujeres quienes tuvieron un gran protagonismo en ese tiempo, en la historia paraguaya tras ofrendar todos sus varones a la patria, se veían forzadas a abandonar sus hogares, dejando todas sus pertenencias a merced de la rapiña del invasor.

Culminada la guerra, las mujeres fueron las «Reconstructoras», pues tuvieron quereconstruir la nación. Cada mujertuvo que multiplicarse para ser madre y padre; maestra y educadora; además de empuñar el arado, fundarescuelas y asilos; fue artesana e hizo lo que pudo para levantar la economía nacional.

Fuente: RODRÍGUEZ Alcalá de González Oddone, Beatriz. Residenta: Una palabra exclusiva del léxico paraguayo.Boletín de la Academia Paraguaya de la Lengua Española – Volumen 2, 2003.

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VIERNES, 27 DE MARZO DE 2015
MEMORIAS

La Patria es de los otros

La Guerra de la Triple Alianza, la reconstrucción heteropatriarcal del Paraguay y la matria que nunca fue.

Por Rocco Carbone*
La historia política del Paraguay es un entramado tupido de hombres contrabandeados como héroes. En este sentido, es sintomático el Panteón Nacional de los Héroes, que está en plena Asunción y enfatiza la importancia de las figuras masculinas en la historia de la patria, que es la historia patria, la patria –patría–, terreno de la historia: terreno hecho historia. Héroes: antes de Solano López y después de Bernardino Caballero, llegando a Cartes. A contrapelo de ese entramado, propongo un ejercicio de imaginación, a 150 años de la guerra contra la Triple Alianza o Guerra Guasú (1865-1870). Que imagine la situación de Paraguay en la inmediata posguerra desde un punto de vista genérico. Sobre el filo de 1870, Paraguay es una nación destruida, país de mujeres pero no de las mujeres (distinción sutil, pero decisiva). Frente a esto, la pregunta: ¿por qué en un país de mujeres, que habían participado en la guerra y que luego se encargarán de reconstruir (parir) el nuevo Paraguay, el poder siguió en manos de los hombres? ¿Por qué el Estado sigue siendo un dispositivo heteropatriarcal? ¿Por qué lo que venía siendo una patria no supo transformarse en matria? Ya que la guerra es lo que hace cambiar de sitio las cosas.

En la posguerra guasú, la condición femenina siguió articulando una posición subalterna respecto del hombre, pese a una situación novedosa: la población masculina había sido raleada por el conflicto bélico. Esas mujeres, en situación de mayoría, son extranjeras en su país. Y una reflexión sobre esas mujeres implica, entre otras cosas, delimitaciones precisas entre ámbitos. Entre lo familiar y lo no familiar, entre lo extranjero y lo que extranjero no es, entre lo ciudadano y lo no ciudadano, entre lo privado y lo público, entre el derecho privado y el derecho público. Y quién puede ejercer/ocupar esas posiciones dentro del orden social. Interrogarse sobre la condición de extranjeras de esas mujeres es interrogar una frontera entre el acceso al poder y su negación, entre el espacio político y el lugar propio, individual o familiar, entre lo secreto y lo fenoménico. Esas mujeres se sustrajeron a la fenomenalidad pública, estatal. Las mujeres paraguayas de posguerra oponen una reacción (auto)privativa respecto del poder y por ende respecto del país. Eso implica no fundar una matria. La ley de reconstrucción de Paraguay por parte de las mujeres sobrevivientes es paradójica: pone en colusión reconstrucción y poder.

Las mujeres del Paraguay de posguerra sitúan el poder masculino por encima del propio. Paraguay es necesidad y deseo: masculinos. El poder del heteropatriarcado es dictado por esas mujeres como una ley por encima de todas las demás. Y por el revés, esas mismas mujeres postulan su poder como utópico, ilusorio. Esas mujeres se implican en la reconstrucción y se excluyen del poder en un momento histórico excepcional. Postulan una ley genérica. Y de esa ley son responsables y víctimas. Ley que de alguna manera es recogida por la Constitución del ’70. Entre otras cosas, instituía la incorporación de las libertades civiles y el sufragio. Pero no universal. Ni mujeres ni indígenas tenían derecho al voto.

Declinar esa posibilidad de imaginar y por lo tanto construir una matria –no tanto antiheteropatriarcal como desviada de lo heteropatriarcal, las posibilidades parecen infinitas– es marcar un destino genérico para Paraguay. Que no queda relegado al post 1870, sino que impacta en las construcciones de la masculinidad y la feminidad, y en las combinaciones posibles entre esos dos paradigmas hoy. Esa ley fija un destino: anulando el derecho de las mujeres a empoderarse se lo anula también para la descendencia. Desde la posguerra se condena esa patria, resultado de un momento excepcional en la historia –la “tragedia” de una tierra (casi) sin hombres– a la normada existencia heteropatriarcal. Se configura una realidad de mujeres abnegadas, trabajadoras, pero sobre todo expropiadas. Del fruto de su labor por sus hijos, padres, maridos, hermanos. Madres de varones que se insertarán sin dificultades en la retahíla de abusos de género, de mujeres silentes, gauchitas, hechas para soportar penas. “Pena” que es a la vez tristeza, castigo y trabajo. ¿Hay una forma más generosa y terrible del don?

De la posguerra guasú nace el Paraguay actual, un país en el cual la mujer habita una extranjería constante. Las mujeres paraguayas, a su pesar, se hacen cargo –en el doble sentido de que cargan con y son deudoras– del legado de Mme. Lynch. Extranjeras en su país, no tanto despojadas de poder como del derecho a tenerlo. Mayoría minorizada, hasta tanto no veamos hecho política –y más que política, porque justamente se juega algo político y algo cultural– un slogan de campaña, por ejemplo, de Kuña Pyrenda: “Somos la mitad del país, queremos la mitad del poder”.

* Profesor de la Universidad Nacional de General Sarmiento/Conicet.

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